Desde olvidos frecuentes hasta problemas de gestión del tiempo
El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) no solo afecta a los niños, sino también a los adultos, muchos de los cuales no reciben un diagnóstico oportuno. Según la Organización Mundial de la Salud, el 8.8 % de la población en edad productiva padece esta condición. Reconocer sus síntomas es clave para acceder a un tratamiento adecuado, destaca la doctora Pamela Muñoz, neuróloga de la Clínica Ricardo Palma.
Si bien la falta de atención, la hiperactividad y la impulsividad son los signos característicos del TDAH en la infancia, en la adultez pueden manifestarse de manera diferente. Entre los síntomas más comunes se encuentran la hiperconcentración, la desorganización, los problemas de gestión del tiempo, los olvidos recurrentes, la baja motivación, la ansiedad, la fatiga, la inquietud, la autoimagen negativa y las dificultades en las relaciones interpersonales. Además, puede haber una mayor tendencia a la ludopatía, la ciberadicción y el abuso de sustancias.
Diagnóstico y abordaje
El diagnóstico del TDAH en adultos puede ser complejo. Un examen físico ayuda a descartar otras causas de los síntomas, como enfermedades tiroideas, trastornos nutricionales o afecciones sistémicas. La evaluación de la salud mental, realizada por un psiquiatra, permite descartar otros trastornos, mientras que las pruebas psicológicas y escalas de calificación del TDAH, aplicadas por un psicólogo o neuropsicólogo, determinan la intensidad y gravedad de los síntomas.
El tratamiento suele combinar medicación, psicoterapia y entrenamiento en habilidades. Los fármacos estimulantes, como el metilfenidato, y los no estimulantes, como la atomoxetina, pueden mejorar la concentración. A su vez, la terapia cognitivo-conductual resulta efectiva para desarrollar estrategias organizativas, optimizar la gestión del tiempo y controlar la impulsividad.
La doctora Muñoz advierte que, si no se trata, el TDAH puede generar bajo rendimiento laboral o académico, dificultades en las relaciones, baja autoestima, agotamiento constante, falta de confianza, estrés crónico y problemas de salud física y mental.
Si se siente identificado con estos síntomas, no dude en buscar ayuda profesional. Un diagnóstico adecuado y un tratamiento personalizado pueden mejorar significativamente su calidad de vida. Nunca es tarde para dar el primer paso hacia el bienestar.